En una aldea vivía
un anciano especial...
con su chaqueta y pantalón
marrón como la tierra
en la que nació...
Su casa de adobe
con sus tejas rojas
y su fachada blanca
pintada con cal viva
que duraba todo el año...
Después de las faenas
a casa regresaba,
se sentaba en su sillón
y dormido se quedaba...
Soñaba con caminar
por las montañas que le rodeaban...
que nunca tenia tiempo
pues el trabajo era lo primero...
En ese bonito sueño
se encontró con un Señor...
les contó un poco de su vida.
Vivo solo, pero nunca sentí
la soledad...
porque me encontré
siempre acompañado.
Señor desde que mi mujer se fue
a un mundo mejor...
no vivo con nadie,
pero no estoy solo...
Tengo el canto de los pájaros,
el sonido del rio
el despertar del gallo
el sol con su calor
y la luna que me acuna por la noche,
Y ahora que me encontré contigo
serás mi amigo,
y tu y yo seremos felices
con el rio, con el viento y los pájaros...
Y ese fue su último sueño,
se fue feliz y contento...
de la mano del Señor
que encontró en su sueño.
Se fue acompañado
en su último momento.
Oigamos al anciano, hagámosles caso, son seres especiales y bibliotecas ambulantes, Amad, respetad y nunca les abandonéis, ellos fueron nuestros padres.
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