POESIA ENCONTRADA
¿Qué ves tú, que me cuidas?
¿Qué ves tú?
Cuando me miras, ¿Qué piensas tú?
Una vieja arisca, un poco loca.
La mirada perdida, como inespecífica,
que se babea cuando come y nunca contesta.
Que cuando le dices con una voz fuerte. ¡intente!,
parece no prestar ninguna atención a lo que tú haces
y sigue perdiendo sus zapatos y su medias.
Quien de manera dócil, o no, te deja hacer a tu antojo
el baño y sus comidas para ocupar sus largos días grises.
¿Es eso lo que tú piensas? ¿Es eso lo que tú ves?
Entonces, abre tus ojos, no soy yo.
Te voy a decir quién soy, aquí sentada bien tranquila.
Me desplazo cuando tú me mandas, y como cuando tú quieres.
Soy la última de diez hermanos, con un padre y una madre.
Tengo hermanos y hermanas que se quieren.
Soy una moza de 16 años, con alas en los pies,
que sueña con encontrar pronto un novio.
Casada a los 20 años, mi corazón rebosa de felicidad
cuando recuerdo las promesas que hice ese día.
Tengo ahora 23 años y un hijo
que me necesita para que le construya una casa.
Mujer de 30 años, mi hijo crece rápidamente.
Estamos unidos el uno al otro por lazos que perdurarán.
Cuarenta años. Pronto él no estará más aquí;
pero mi hombre está a mi lado, vela sobre mí.
Cincuenta años. De nuevo juegan los niños alrededor mío;
heme aquí, de nuevo con niños y con mi amado.
He aquí días negros: mi marido muere.
Miro el futuro temblando de miedo,
pues mis hijos están todos ocupados en criar a los suyos.
Y pienso en los años y el amor que he conocido.
Yo soy ahora una vieja y la naturaleza es cruel,
que se divierte haciendo pasar la vejez por locura.
Mi cuerpo se va; la gracia y la fuerza me abandonan.
Hay ahora una piedra allí donde antes tuve un corazón.
Pero en este viejo pellejo la moza vive
y su corazón se hincha sin descanso.
Me acuerdo de mis alegrías y de mis penas
y de nuevo siento mi vida, y amo.
Vuelvo a pensar en los años pasados demasiado cortos
y pasados demasiado rápidamente.
Y acepto esta realidad implacable
de que nada puede durar.
Entonces, abre los ojos, tú que me cuidas, y mira.
No la vieja arisca.
Mira mejor. ¡Así me verás!
"Este poema fue encontrado entre las cosas de una anciana después de su muerte y fue publicado en un periódico de Ginebra."